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| Sala Donación Várez Fisa Madrid, Museo Nacional del Prado. |
Desde el pasado mes de diciembre de 2013 y gracias a la donación de la Familia Várez Fisa, podemos disfrutar en El Museo del Prado de un conjunto de doce obras de arte medieval y renacentista español.
La nueva sala Várez Fisa acoge no sólo el conjunto de obras donado ahora, sino también el Retablo de San Cristóbal, recibido en donación de la misma familia en 1970, y otras cuatro tablas procedentes también de la colección de la familia, cedidas en depósito a largo plazo.
Bajo el impresionante artesonado procedente del coro de la iglesia de Santa Marina en Valencia de Don Juan (León), obra única en el Prado por su tipología y dimensiones (once metros y medio de largo y más de seis de ancho), y que nos hace disfrutar con su múltiple temática y bien cuidada policromía, tres pinturas románicas de principios del siglo XIII, procedentes de Cataluña y Castilla, completan una parte de la colección del Prado no suficientemente representada, en particular en lo que a pintura sobre tabla se refiere.
Los dos frontales donados -el de Sollalong (Ripoll) del taller del Maestro de Lluçà, representando un Pantocrátor con su respectivo Tetramorfos y el de Arnedillo (La Rioja), en el que figuran escenas de la infancia de Jesus-, son de mayor calidad que el frontal de Guils, que actualmente guarda el Museo.
Por su parte, El Lavatorio, la pintura mural del Maestro de Sant Esteve de Andorra, suma a los ejemplos castellanos de Maderuelo y San Baudelio de Berlanga, una muestra del románico pirenaico, inexistente en el Prado, de sumo interés al estar influida por el nuevo arte bizantino que se difundió en los últimos años del siglo XII y marca la transición al protogótico, patente en su preocupación por el volumen y la perspectiva.
A ellas se une el retablo de San Cristóbal, de finales del Siglo XIII que ya estaba expuesto en el Prado, fruto de una anterior donación de la familia Várez Fisa.
La escultura del Siglo XIII está presente en la sala con El retablo de San Juan Bautista, muy buena muestra de los últimos tiempos del románico o principios del gótico, y que debe valorarse por su rareza y su buen estado de conservación.
Este frontal es la única pintura sobre tabla del Románico riojano que se conserva, su estructura y el que sólo se incluyan dos pasajes de la infancia de Cristo -la Adoración de los Magos en el registro superior y la Presentación de Jesús en el Templo en el inferior- no es nada habitual en esta época.
Tampoco lo es la composición, ya que la presencia de los arcos obliga al artista a incluir una sola figura, identificada por la inscripción que la acompaña, por exigencias de la composición, algunos personajes entran en un arco distinto del que les corresponde.
Característica singular de este frontal es su formato, prácticamente cuadrado, a diferencia de la habitual forma rectangular, propia de la mayoría de los frontales románicos.
Preside la obra el Pantocrátor, que muestra el Libro de los siete sellos cerrado en el que se lee la palabra "PAX". Está situado entre el sol y la luna y rodeado por la mandorla o almendra mística. Las escenas laterales representan a las tres Marías en el sepulcro, al ángel sentado sobre la tumba abierta y vacía, el Noli me tangere y la resurrección de Lázaro. En este frontal, el artista demuestra su dominio del dibujo, la línea y la sombra, así como el manejo del color.
La composición está centrada en la figura de Cristo, con las rodillas ligeramente flexionadas para favorecer la acción de lavar los pies a Pedro. En el extremo derecho, las figuras de cuatro apóstoles que contemplan los hechos y en el izquierdo, otro apóstol que sujeta el paño con el que Cristo secará los pies a Pedro.
El taller se vio influido por el nuevo arte bizantino que se difundió en los últimos años del siglo XII y los primeros del XIII.
Siglo XIII. Formado por dos piezas separadas: frontal o antipendium (debajo) que iría originalmente delante del altar, y retablo (arriba) que estaría situado encima del mismo,
En la parte superior , las escenas representadas son: la Visitación, el Nacimiento del Bautista, Zacarías escribiendo el nombre de san Juan, el Bautista mostrando al Redentor al pueblo con Cristo bajo la forma simbólica de un cordero (Agnus Dei), el Bautista con sus seguidores, San Juan bautizando a los fieles en el Jordán, el Bautismo de Cristo y la Predicación del Bautista.
En la inferior aparecen: el Bautismo de Cristo, San Juan amonestando a Herodes y Herodías, San Juan llevado ante Herodes, la Decapitación del Bautista, Salomé presenta la cabeza del Bautista a Herodes y Herodías, los discípulos transportan el cuerpo sin cabeza del Bautista, una mujer transporta la cabeza de san Juan y el Entierro del Bautista.
Se construyó para el sotocoro de la iglesia de Santa Marina de Valencia de Don Juan (León),
La temática es muy variada. Escenas religiosas y profanas se suman a motivos heráldicos, temas extraídos de la Biblia, particularmente del Nuevo Testamento. De la infancia de Jesús se incluye la matanza de los inocentes. No obstante, la mayoría corresponden a la Pasión de Cristo y su glorificación, empezando con la Última Cena. Además se representan también el descenso al limbo, las tres Marías en el sepulcro, el Noli me tangere o el Juicio Final. También hay imágenes de santos, como las de Santa Catalina, Santa Bárbara, y San Jorge matando al dragón..
Abundan igualmente los temas profanos como la caza del oso, danzas, torneos, escenas amorosas, hombres luchando contra monstruos (entre ellos grifos y dragones que encarnan vicios y pecados), o las de animales luchando entre sí, como el águila y la serpiente.
Por su parte, El Lavatorio, la pintura mural del Maestro de Sant Esteve de Andorra, suma a los ejemplos castellanos de Maderuelo y San Baudelio de Berlanga, una muestra del románico pirenaico, inexistente en el Prado, de sumo interés al estar influida por el nuevo arte bizantino que se difundió en los últimos años del siglo XII y marca la transición al protogótico, patente en su preocupación por el volumen y la perspectiva.
A ellas se une el retablo de San Cristóbal, de finales del Siglo XIII que ya estaba expuesto en el Prado, fruto de una anterior donación de la familia Várez Fisa.
La escultura del Siglo XIII está presente en la sala con El retablo de San Juan Bautista, muy buena muestra de los últimos tiempos del románico o principios del gótico, y que debe valorarse por su rareza y su buen estado de conservación.
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Frontal con
escenas de la infancia de Cristo
Pintor
castellano (La Rioja)
Temple sobre
tabla, 104,7 x 134,2 x
Primer tercio
del siglo XIII
Madrid, Museo
Nacional del Prado.
Donación de Várez Fisa |
Tampoco lo es la composición, ya que la presencia de los arcos obliga al artista a incluir una sola figura, identificada por la inscripción que la acompaña, por exigencias de la composición, algunos personajes entran en un arco distinto del que les corresponde.
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Frontal de
Solanllong (Ripoll)
Maestro de Lluça
Témpera sobre
tabla, 102 x 108,3 x
1200 - 1210
Madrid, Museo
Nacional del Prado.
Donación de Várez Fisa |
Preside la obra el Pantocrátor, que muestra el Libro de los siete sellos cerrado en el que se lee la palabra "PAX". Está situado entre el sol y la luna y rodeado por la mandorla o almendra mística. Las escenas laterales representan a las tres Marías en el sepulcro, al ángel sentado sobre la tumba abierta y vacía, el Noli me tangere y la resurrección de Lázaro. En este frontal, el artista demuestra su dominio del dibujo, la línea y la sombra, así como el manejo del color.
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El Lavatorio
Maestro de San
Esteve (Andorra)
Pintura mural al
fresco,
1200 – 1215
Madrid, Museo
Nacional del Prado.
Donación de Várez Fisa
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El taller se vio influido por el nuevo arte bizantino que se difundió en los últimos años del siglo XII y los primeros del XIII.
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Retablo de San
Juan Bautista
Anónimo
Madera tallada y
policromada, 249,3 x 198 x
Último cuarto
del siglo XIII, León
Madrid, Museo
Nacional del Prado.
Donación de Várez Fisa |
En la parte superior , las escenas representadas son: la Visitación, el Nacimiento del Bautista, Zacarías escribiendo el nombre de san Juan, el Bautista mostrando al Redentor al pueblo con Cristo bajo la forma simbólica de un cordero (Agnus Dei), el Bautista con sus seguidores, San Juan bautizando a los fieles en el Jordán, el Bautismo de Cristo y la Predicación del Bautista.
En la inferior aparecen: el Bautismo de Cristo, San Juan amonestando a Herodes y Herodías, San Juan llevado ante Herodes, la Decapitación del Bautista, Salomé presenta la cabeza del Bautista a Herodes y Herodías, los discípulos transportan el cuerpo sin cabeza del Bautista, una mujer transporta la cabeza de san Juan y el Entierro del Bautista.
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Retablo de San
Cristobal
Anónimo
Temple sobre
tabla,
Finales del siglo XIII
Madrid, Museo
Nacional del Prado.
Donación de Várez Fisa
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En forma de pentágono, tipología que se manifestó en la corona castellana durante los siglos XIII y XIV. Todo el retablo está bordeado por un marco sobrepuesto en el que se alternan escudos de Castilla y León y rosetas excavadas.
Tiene como santo titular a san Cristóbal, pero los laterales representan pasajes de las vidas de tres santos distintos, (San Pedro, San Blas y San Millán) en el ático figura la Crucifixión y dos ángeles turiferarios arrodillados en la parte superior de los laterales.
El pintor representa a san Cristóbal en posición frontal, apoyándose en un árbol y con una rueda de molino para demostrar su enorme fuerza, está cruzando el río, materializado aquí por los peces y anguilas que se mueven entre sus piernas desnudas, en el cinto, sujeta a dos figurillas -caminantes a los que ayuda a vadear el río- y lleva sobre sus hombros al Niño Jesús, al que agarra por una pierna.
El niño lleva el orbe en la mano izquierda mientras bendice con la derecha.
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Artesonado en
madera tallada y policromada
Anónimo
Tabla, 11,5 x
Mediados del
siglo XIV, León
Madrid, Museo
Nacional del Prado.
Donación de Várez Fisa |
La temática es muy variada. Escenas religiosas y profanas se suman a motivos heráldicos, temas extraídos de la Biblia, particularmente del Nuevo Testamento. De la infancia de Jesús se incluye la matanza de los inocentes. No obstante, la mayoría corresponden a la Pasión de Cristo y su glorificación, empezando con la Última Cena. Además se representan también el descenso al limbo, las tres Marías en el sepulcro, el Noli me tangere o el Juicio Final. También hay imágenes de santos, como las de Santa Catalina, Santa Bárbara, y San Jorge matando al dragón..
Abundan igualmente los temas profanos como la caza del oso, danzas, torneos, escenas amorosas, hombres luchando contra monstruos (entre ellos grifos y dragones que encarnan vicios y pecados), o las de animales luchando entre sí, como el águila y la serpiente.
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